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lunes, 30 de marzo de 2015

Hechos relacionados con la contruccion durante el periodo de desarrollo Neoliberal en México



Durante la época de la Planeación Institucional y con el gobierno del Presidente Miguel de La Madrid Hurtado (1982-1988), el 55% de la población contaba con servicios telefónicos. Sin embargo, únicamente el 6% de las comunidades rurales tenía acceso a ellos. En 1985, un préstamo del BID por 25.9 millones de dólares ayudó a financiar un programa de telefonía rural en beneficio de 1,200 comunidades, el que comprendió 58 subsistemas con centrales de radio y la instalación de 3,500 aparatos de teléfonos y radioteléfonos, 100 líneas físicas y 1,200 cabinas. También el banco otorgó un préstamo de emergencia para atender los daños del terremoto en la Ciudad de México que se destinó a rehabilitar la red urbana y las comunicaciones a larga distancia. A raíz del sismo también se implementó la Reconstrucción de Vivienda del Programa de Renovación Habitacional Popular integrado por el gobierno del DF y diversas instituciones tanto oficiales como privadas  y posteriormente el Programa Emergente de Vivienda, fase II.

 Este período fue de profunda crisis de la que no se escaparon las empresas constructoras. El Gobierno implementó fuertes recortes presupuestales en todos los rubros, muchos de los cuales impactaron a la obra pública. Para las firmas del sector, fueron épocas de trabajar para únicamente sobrevivir. Ante el panorama que presentaban los inicios de la apertura económica con el GATT, las empresas comenzaron a buscar otros campos que brindaran oportunidades diferentes a las ya conocidas, el trabajo internacional las ofrecía y las compañías empezaron a establecer alanzas estratégicas con socios extranjeros para fortalecer tanto su trabajo interno como su internacionalización. En 1983 se promulgó  el “Procedimiento de Ajuste para los Precios Unitarios, relativos a la Contratación y Ejecución de Obras Públicas”. En 1985 nació la Cámara Nacional de Empresas de Consultoría.

 

 La etapa de Modernización y Apertura, durante la gestión del Lic. Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), se implementó el programa de “Carreteras Concesionadas” por medio del cual se involucró a las empresas del sector no únicamente en la construcción de dichas vías de comunicación, sino también en su financiamiento y operación, bajo el concepto de “Contratos llave en mano”. El programa tuvo numerosas deficiencias tanto en su planeación como en la operación y, poco tiempo después, el Gobierno tuvo que implementar el “Rescate Carretero”.

 El mercado inmobiliario tuvo un importante auge propiciado por el crecimiento de la economía y por la llegada de inversión privada directa en desarrollos de edificios corporativos, centros comerciales y de vivienda media y de lujo, lo anterior derivado de las expectativas que presentaba el TLC. Se construyeron importantes desarrollos de vivienda de todos niveles, vivienda media y residencial financiada por abundantes créditos de la banca y conjuntos de interés social con fondos gubernamentales.

 En este período se dio un fuerte impulso a la modernización financiera del país, lo cual repercutiría en años posteriores en beneficio del sector. En 1993 se crearon las Sociedades Financieras de Objeto Limitado (SOFOLES) como respuesta al TLC, las cuales vendrían a fortalecer el financiamiento inmobiliario, especialmente el de la vivienda18. También hubo importantes modificaciones a la Ley: se permitió la transferencia de la propiedad agraria (ejidos) a fin de ampliar la disponibilidad de tierra para desarrollos urbanos de vivienda y turísticos, así como en lo relativo a la propiedad de la tierra para extranjeros y la inversión extranjera, favoreciendo la directa. En términos generales, el sexenio fue de desarrollo agresivo para el sector, especialmente 1994, cuyo nivel no pudo ser alcanzado nuevamente en todo el sexenio siguiente.

 Los problemas financieros del país en 1995 repercutieron profundamente en el sector de la construcción; después de la fuerte recuperación de la industria en el sexenio anterior, a principios de la gestión del Dr. Ernesto Zedillo (Transición Democrática, 1994-2000) se esperaba un crecimiento del sector de la construcción del 11% para 1995, pero en realidad se presentó una caída del 60% en su actividad. El monto de la obra pública, parte de ella financiada por el BID, que en 1994 aportó un préstamo de 500 millones de dólares para el Programa de Desarrollo Municipal, con obras de desarrollo urbano en municipios de 10 entidades, electrificación y construcción de escuelas, fue de $5,811 millones de pesos, 5.27 % menos que el año anterior; no hubo obra concesionada, la obra privada cayó 1.06% y el empleo 2.2%. Para 1997, el sector formal de la construcción escasamente tenía el nivel de 1990, equivalentes en términos reales al 53% del registrado en 94, con un empleo menor en un 54%.

 1994 fue el año de más altas ventas de vivienda (poco más de 30 mil UDIS), 54% de interés social y el 46% a residencial, debido en buena parte a que las tasas de interés eran las más bajas de la última década; el 70% de las ventas de vivienda residencial se hacían con créditos hipotecarios. A raíz de la crisis del 95 y de la consecuente devaluación del peso y del aumento vertiginoso de las tasas de interés, muchos de estos préstamos se volvieron impagables, lo que en parte originó el problema bancario y los posteriores programas de ayuda a los deudores; para evitar la quiebra del sistema financiero nacional, los pasivos tuvieron que ser absorbidos por el FOBAPROA. Por esta razón, en el resto del sexenio, la vivienda popular llegó a ser hasta el 95% de este total porque eran el tipo de construcción que tenían créditos oficiales, el financiamiento bancario se volvió inexistente.

 En 1997 se modificó la “Ley del INFONAVIT” para transformar sus funciones, y limitarla únicamente al financiamiento de la vivienda popular; esta medida sería fundamental para el progreso de las desarrolladoras de vivienda de interés social, las que eran las únicas del sector de contar con créditos y que ellos fueran estipulados a tasas bajas de interés. Con objeto de precisar el análisis de la edificación habitacional, en ese año se inició la elaboración de un Índice sectorial independiente para las constructoras de vivienda que cotizaban en la BMV. También en ese año, el mercado se veía atractivo para la competencia internacional; la empresa constructora alemana BilfingerBerger anunció sus intenciones de participar en México en obras principalmente de infraestructura, aeropuertos (especialmente el de la Ciudad de México), termoeléctricas, puentes, proyectos petroquímicos y obras urbanas, de manera individual o por medio de alianzas estratégicas con socios mexicanos, ya que dicha empresa tenía un importante respaldo financiero.

 En 1999 varias empresas mexicanas dejaron de cotizar en la BMV, entre ellas SIDEK en sus series A, B y L, su filial SITUR series A y B, y Bufete Industrial, en su Certificados de Participación Ordinaria (CPO). A fines del sexenio, las grandes constructoras, ICA, Bufete Industrial, PROTEXA, TRIBASA y GMD se encontraban sin liquidez, prácticamente enfrentando la quiebra técnica; la crisis afectó proyectos contratados con PEMEX, la CFE y otras instituciones.

Para el sexenio del Presidente Vicente Fox (Transición Política 2000-2006) , los propósitos incluían el Plan Puebla Panamá en el que se pensaba invertir entre 15 y 20 millones de dólares al año; su objeto era unir la infraestructura, principalmente de carreteras y puentes, con los países centroamericanos para propiciar el desarrollo macroeconómico regional. En la frontera norte, las intenciones eran de invertir 8 mil millones de dólares, financiados por el Gobierno Federal y por los estados fronterizos, también para la construcción de infraestructura. En Veracruz la iniciativa privada pensaba invertir 1,500 millones de dólares para crear zonas industriales que generarían 18 mil empleos. Un importante proyecto era un nuevo aeropuerto para la Capital de la República en Texcoco, cuyas licitaciones de construcción y operación se pretendía que fuesen financiadas por inversionistas privados, tanto nacionales como extranjeros. La mayor parte de esos proyectos se vinieron abajo por falta de condiciones políticas.

La construcción de vivienda había demostrado ser un mercado benévolo para las empresas constructoras. Dentro de las políticas gubernamentales de fomento se pensó utilizarla para estimular la economía, apoyada en el impulso dado a las instituciones oficiales del ramo por medio del Plan de Vivienda. Ante este panorama, las expectativas en el desempeño de las empresas desarrolladoras de vivienda, Consorcio ARA, GEO, Consorcio Hogar, así como de otras de menor tamaño, era promisorio.

 Respecto de la Ciudad de México, el Gobierno local anunció el inicio de un ambicioso programa dirigido al rescate del Centro Histórico, en el cual se integrarían los sectores político, técnico, intelectual, financiero e industrial; estos últimos destinarían importantes inversiones para apuntalar el proyecto. Estaban pendientes más proyectos, la construcción del tren elevado, la ampliación del Metro, entre otros. Aún más, el gobierno local había anunciado la construcción de un segundo piso en el Viaducto Miguel Alemán y en el Anillo Periférico, para contribuir a la solución del problema vehicular citadino, aunque a la fecha únicamente se ha construido el Distribuidor Vial de la Av. San Antonio.

 Sin embargo, las constructoras gigantes continuaban con un desempeño problemático. Bufete Industrial había sido desenlistada en la BMV y en la Bolsa Valores de Nueva York, NYSE y sus fundadores y dueños originales perdieron el control accionario; una buena parte de las acciones de TRIBASA estaban en manos de ENRON, empresa americana cuya espectacular quiebra venía a darle el golpe de gracia a la constructora mexicana y Bufete Industrial podría declararse en quiebra. A fines del 2001 90´s, ICA había sufrido una nueva reestructuración y todavía enfrentaba fuertes pasivos; sin embargo para el 2003, la constructora más grande de México ganó la licitación de la Presa El Cajón, el proyecto de obra pesada más grande del sexenio, lo que le vino a dar nueva vida a la empresa.

 

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